Encuentran restos de 21 personas enterradas a la tradición católica y mesoamericana

Ciudad de México (Ciudad de México).— Personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) encontraron restos óseos humanos en el Bosque de Chapultepec, inhumados aparentemente durante el primer siglo posterior a la conquista de México-Tenochtitlan.

Se trataría de un cementerio habilitado durante el periodo inicial del virreinato porque unos cuerpos fueron enterrados a la tradición católica y otros fueron inhumados según las culturas mesoamericanas, explicó el INAH.

El hallazgo de los restos de 21 individuos ocurrió durante las obras del proyecto Chapultepec, Naturaleza y Cultura, encabezado por la Secretaría de Cultura federal, con la colaboración del Gobierno de la Ciudad de México, y el cual incluye la construcción del Jardín y el Pabellón Escénico.

El cementerio del periodo virreinal temprano (1521-1620 d.C.) descubierto por el INAH se suma a la excavación de un panteón, en 2005, con entierros de la misma temporalidad en una sección del otrora atrio de la iglesia del pueblo de indios de San Miguel Chapultepec, en las inmediaciones del Jardín de los Leones, en la Primera Sección del bosque; sin embargo, del cementerio recién descubierto no existe referencia.

La arqueóloga Lourdes López Camacho planteó que el “enterramiento colectivo corresponde a un cementerio del virreinato temprano, porque muestra la transición de las costumbres funerarias prehispánicas a las implementadas con la llegada de los españoles y su sistema religioso”.

Durante el seguimiento a las obras en el Bosque de Chapultepec se realizó un pozo de sondeo de 2 por 2 metros, detectándose restos óseos humanos a partir de 1.37 metros de profundidad.

Con la asistencia en campo de las arqueólogas Blanca Copto Gutiérrez y Alixbeth Daniela Aburto Pérez, se decidió extender la excavación al doble.

En las últimas tres semanas, el equipo recuperó osamentas –en diversos estados de conservación– de 21 individuos, en su mayoría adultos femeninos y masculinos, incluidos un par de infantes.

El INAH explicó que las inhumaciones se realizaron de forma directa en el suelo y en tres momentos distintos durante el primer siglo tras la caída de México-Tenochtitlan.

Pese a que la mayoría de los entierros presentó la misma orientación oeste-este, la cual alude a la creencia de la resurrección en la fe cristiana, su disposición hace pensar en dos tipos de población: una de origen indígena, probablemente mexica, y otra europea.

En su mayoría, señaló López Camacho, los individuos fueron colocados de forma extendida con los brazos cruzados sobre el pecho o en la región pélvica, como marca el rito funerario católico.

No obstante, dos fueron enterrados de forma flexionada y lateral, a la usanza mesoamericana, sin contar que otro par de individuos fueron inhumados portando un sello y una navajilla de obsidiana verde, ambos prehispánicos.

De acuerdo con el coordinador de la Sección de Bioarqueología de la DSA, Jorge Arturo Talavera González, los rasgos epigenéticos de ciertos individuos indican la presencia de dos poblaciones diferentes en ese contexto, siendo identificables los individuos amerindios por sus piezas dentales en forma de pala.

Respecto a las condiciones de salud-enfermedad, las observaciones preliminares señalan que las personas inhumadas padecieron, entre otras afecciones, hipoplasia, atrición y cálculos dentales (desgaste del esmalte y la estructura dentaria, además de sarro), inflamación del periostio (vaina fibrosa que cubre los huesos) y otros procesos infecciosos, así como enfermedades relacionadas con déficit nutricional.

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