Un monumento a Poseidón en Progreso trae inesperadas consecuencias climáticas a Yucatán

Mérida (Marcrix Noticias)-Hace mucho tiempo, en una ciudad situada en el corazón del Yucatán, existía un lugar próspero llamado Progreso. Esta ciudad, bendecida con playas hermosas y un puerto bullicioso, decidió rendir homenaje al dios del mar, Poseidón, erigiendo una majestuosa estatua en su honor. La estatua, imponente y majestuosa, se alzaba orgullosa en la plaza principal, atrayendo tanto a locales como a turistas.

Un verano, el calor en Yucatán se volvió insoportable. Durante 41 días consecutivos, la temperatura no bajaba de los 40 grados Celsius. Los yucatecos, desesperados y agotados por el calor extremo, comenzaron a quejarse continuamente, clamando por alivio. Sus súplicas, llenas de desesperación, llegaron a los oídos de Poseidón.

Compadeciéndose de la situación de los yucatecos, Poseidón decidió ayudarlos. Con un movimiento de su tridente, hizo que las nubes se agruparan sobre el cielo de Mérida, la capital del estado de Yucatán. La lluvia comenzó a caer, trayendo el tan ansiado alivio a los habitantes. La gente celebraba en las calles, agradeciendo al dios del mar por su bondad.

Sin embargo, la alegría fue efímera. A medida que los días pasaban, la lluvia no cesaba. Los yucatecos, insatisfechos con la cantidad de lluvia, comenzaron a quejarse nuevamente, esta vez por el exceso de agua. Sus lamentos y descontento resonaron una vez más, pero esta vez despertaron la ira de Poseidón.

El dios del mar, ofendido por la ingratitud de los mortales, decidió darles una lección. Con una furia desatada, convocó una tormenta aún más intensa. Las lluvias se volvieron torrenciales y las aguas comenzaron a inundar la ciudad. Mérida, conocida por su lealtad al dios maya de la lluvia, Chac, pronto se encontró bajo el agua.

La ciudad se sumergió en un caos acuático. Las calles se convirtieron en ríos, las casas en islas flotantes. Los yucatecos, ahora verdaderamente arrepentidos, clamaron por ayuda, esta vez a Chac, el dios de la lluvia de sus ancestros. Chac, viendo la desesperación de su pueblo, decidió intervenir.

Con un estruendo de truenos y relámpagos, Chac se presentó ante Poseidón. Los dos dioses, cada uno con su dominio sobre las aguas, se enfrentaron en una batalla de titanes. La lucha fue feroz, pero finalmente, Chac logró calmar la furia de Poseidón. Los dos acordaron poner fin a la tormenta y restablecer el equilibrio.

La lluvia cesó y las aguas comenzaron a retroceder. Mérida, aunque dañada, no había sido destruida. Los yucatecos, agradecidos por la intervención de Chac, erigieron altares en su honor y prometieron no olvidar nunca la lección aprendida. La estatua de Poseidón en Progreso se mantuvo en pie, pero los habitantes ahora sabían que el respeto y la gratitud eran esenciales para vivir en armonía con los dioses.

Desde entonces, cada vez que el calor extremo se apodera de Yucatán, los yucatecos recuerdan la leyenda de la inundación de Mérida y el poder de los dioses sobre la naturaleza. Y aunque las quejas nunca desaparecieron del todo, aprendieron a hacerlo con humildad y respeto, sabiendo que los dioses siempre escuchan.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Gracias por Visitarnos !!